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¿Refrescos a diario en los peques? Hoy hablamos de ello

Yolanda Velaz

Enfermera pediátrica y del trabajo con más de 15 años de experiencia.

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¿Refrescos a diario en los peques?

Puede parecer “inofensivo”, pero convertirlos en parte de la rutina diaria no es una buena idea.

En nuestro nuevo episodio del podcast hablamos claro sobre la ingesta de refrescos en niños, sus consecuencias y qué alternativas saludables existen para que no se convierta en un hábito peligroso.

Escúchalo ya y descubre cómo pequeños cambios pueden marcar la diferencia.

Para más información de nuestra Comunidad  “Hoy se come

Refrescos y peques en verano: ¿qué hay detrás?

Verano, calor, familia en la terraza o en la playa… y la imagen se repite: peques con una lata de refresco en la mano. Parece inocente, ¿verdad? Pero… ¿sabemos qué hay detrás de esa lata de colores?

Por qué en verano aumenta el consumo de refrescos 

Más actividades al aire libre, ocio familiar y momentos “de premio”.

Marketing agresivo de las marcas en verano (ofertas, packs, colores llamativos).

Creencia de que hidratan igual que el agua.

Lo que empieza como algo puntual a veces se convierte en hábito… y ahí está el problema.”

¿Qué ocurre con los refrescos?

Vale, pero… ¿qué pasa si mi hijo se toma un refresco de vez en cuando? ¿De verdad es tan grave?”

 Y aquí quiero ser clara: no estamos demonizando un refresco puntual en un cumpleaños o en una celebración especial. 

El problema aparece cuando el consumo pasa a ser habitual, cuando un refresco se convierte en algo diario o casi diario. Y esto, en verano, es muy frecuente porque:

  • Hace calor, buscamos algo ‘refrescante’.
  • Los peques ven a otros niños bebiéndolo.
  • Y además, las marcas nos lo venden como si fuera la bebida perfecta del verano.”

1. Contenido de azúcar y aditivos

  • Una lata de refresco de 330 ml puede contener entre 7 y 10 cucharaditas de azúcar (unos 35-40 g).
  • El azúcar no solo aporta calorías vacías, sino que produce picos de glucosa que generan más ganas de tomar dulce poco después.
  • Los refrescos light o zero evitan el azúcar, sí, pero mantienen el sabor extremadamente dulce y la preferencia por ese nivel de dulzor.
  • Muchos refrescos contienen ácidos (como el fosfórico) y colorantes que pueden erosionar el esmalte dental y afectar el microbioma intestinal.

¿Qué quiere decir esto? Que aunque el refresco sea ‘sin azúcar’, el paladar del peque se acostumbra a una intensidad de sabor que el agua jamás va a dar. Y entonces… el agua deja de gustar.”

2. Impacto en la salud infantil

  • Caries: El azúcar combinado con la acidez de la bebida aumenta mucho el riesgo de caries.
  • Aumento de peso: Varios estudios muestran que el consumo habitual de bebidas azucaradas se asocia con sobrepeso y obesidad en niños. No es solo por las calorías, sino por cómo el cuerpo responde a esos picos de glucosa.
  • Hábitos a largo plazo: Los niños que toman refrescos de pequeños suelen tener más probabilidad de seguir consumiéndolos de mayores y menos de elegir agua u otras opciones saludables.
  • Efecto en el apetito: Los refrescos dulces pueden desplazar la comida real. Un peque que llega del cole y se toma un refresco, muchas veces pierde el hambre para alimentos de calidad.

Las familias muchas veces nos dicen: ‘Es que no quiere comer la fruta, pero sí se bebe un refresco entero’. Y claro, cuando el sabor de referencia es tan dulce, la fruta o el agua se perciben como aburridos o sosos.”

3. Percepción social

  • Refresco = premio: Muchos niños lo asocian con ocio, vacaciones, recompensa. El mensaje implícito es: “Te portas bien, te premio con azúcar”.
  • Normalización: Si en cada comida fuera de casa hay un refresco, el peque lo asume como parte de la rutina alimentaria.

Pero… ¿y entonces qué? Porque no se trata solo de decir ‘no bebas refrescos’, sino de ofrecer algo que sea igual de atractivo y, sobre todo, saludable. Y ahí vienen las alternativas.

¿Qué alternativas tenemos? 

Vale, ya tenemos claro que el refresco no es la mejor opción… pero la buena noticia es que hay un montón de alternativas igual de refrescantes, con color, con sabor y que los peques pueden disfrutar un montón.”

1. Agua como protagonista

  • Agua fresquita con hielo, hierbabuena, menta o rodajas de fruta (limón, naranja, fresas, pepino).
  • Un truco práctico: usar botellas o jarras transparentes y dejar que los peques pongan la fruta que más les guste, así sienten que la bebida es “suya”.

2. Infusiones frías sin azúcar

  • Ejemplo: rooibos con trozos de fruta (no tiene teína, así que es apto para niños).
  • Puedes prepararlas por la noche y dejarlas en la nevera para el día siguiente.

3. Agua con gas + toque de sabor

  • Perfecto para quienes buscan el “efecto burbuja” del refresco.
  • Añade un chorrito de limón, lima o incluso un poco de zumo natural de fruta.

4. Smoothies y polos caseros

  • Smoothies con fruta entera y un poco de yogur o bebida vegetal. Al usar la fruta entera, mantenemos la fibra y se sacian más.
  • Polos de fruta triturada: plátano y fresa, melocotón con yogur, sandía con un toque de menta. Son fáciles de preparar, ideales para tener en el congelador y sacar en momentos de antojo.

5. Involucrar a los peques

  • Cuanto más participen, más posibilidades de que disfruten: deja que elijan la fruta, que pongan el hielo, que elijan la pajita divertida.

Así pasamos de “no puedes tomar refresco” a “mira qué bebida tan chula hemos preparado juntos”.

 

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